En su libro Work: The Meaning of Your Life [El trabajo: el propósito de tu vida], Lester de Koster afirma que el trabajo es el lugar principal en el que se aplica la premisa de amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. De Koster se refiere, en primera instancia, al trabajo remunerado. Pero esta idea cobra aún mucho más sentido si incluimos cualquier actividad no remunerada, como criar a los niños o tareas de voluntariado.
El trabajo también es uno de los principales lugares donde servimos al Señor, al mismo tiempo que servimos al prójimo, lo cual significa —o al menos eso esperamos— que nos dejamos usar por Dios para proclamar a Cristo en ese entorno. Cuando trabajamos estamos respondiendo al llamado que tenemos de ser real sacerdocio (Éxodo 19:6; 1 Pedro 2:9; Apocalipsis 1:6). De hecho, al pertenecer a la realeza, somos constituidos a favor de los hombres en lo que a Dios se refiere (Hebreos 5:1).
Con frecuencia, los creyentes se cuestionan de qué manera pueden servir a Dios y al prójimo en su empleo. Además, dudan del valor y la trascendencia de su trabajo. En este sentido, los pastores pueden ser de ayuda incluyendo ilustraciones en sus mensajes. ¿Y por qué ilustraciones? Porque son semejantes a las parábolas: presentan una escena que puede servir tanto a nivel particular o específico como a nivel general o común.
Mi hija Abby es un ejemplo de lo que quiero expresar. Justo después de acabar sus estudios universitarios consiguió un trabajo en una compañía de gran envergadura. Se pasaba días enteros confinada en una diminuta oficina sin ventanas, jugando con los números para poner precio a una línea de ropa femenina que, para su gusto, era totalmente sosa. Por todo esto, se sentía insatisfecha con su tarea y no veía que tuviera valor alguno.
Sin embargo, un día se personó en una de las tiendas de la empresa y oyó la conversación que mantenían dos mujeres. Una de ellas, refiriéndose a uno de los suéteres que desagradaban a Abby, dijo: “Este podría valer para la fiesta del fin de semana”. La otra mujer respondió: “Se nota que es de buena calidad. ¡Me compraría tres de estos si pudiera!”.
“Ese momento me marcó”, me confesó Abby. Fue algo revelador para ella. “Esos suéteres son de buena calidad y están a un precio razonable. Mi trabajo no consiste en que las clientas compren lo que a mí me gustaría que comprasen. ¿Quién soy yo para juzgar qué estilo les debería gustar? En ese punto, me di cuenta de que mi trabajo contribuía de alguna forma a mejorar la vida de estas mujeres, en tanto que mi labor permitía que pudieran disfrutar de los suéteres que a ellas les gustaba”. Así, Abby empezó a ser consciente de que estaba practicando el amor a ese “prójimo” cuando trabajaba.
Abby es una discípula de Jesús, guiada por la prudencia y por la dedicación. Ella tomó la determinación de esforzarse por poner en práctica su fe en su puesto de trabajo. ¡Tú también puedes hacerlo!
Como pastor, considero que ofrecer ilustraciones acerca de la fe en el trabajo es una de las mejores herramientas que tenemos para fortalecer a nuestros hermanos. Es esencial que los pastores no solo abordemos aquellas profesiones más sonadas, porque suelen requerir alguna especialización (campos como la medicina o la educación), sino que tengamos en consideración la amplia gama de empleos que pueden ejercer nuestros hermanos.
Lisa y Ryan retratan lo que quiero decir a continuación. A Lisa le gusta su trabajo como cajera, pese a que tiende a ser algo repetitivo y monótono. A veces se plantea si podría aspirar a algo mejor o si tarde o temprano una máquina la sustituirá y tendrá que ganarse la vida de otra forma. Por otra parte, está Ryan. Es conductor de camiones y reparte toda clase de mercancías: desde alimentos hasta baños portátiles. Aunque sabe que gracias a su trabajo se llevan a cabo proyectos de construcción, desfiles y conciertos, siente que su labor es insignificante.
Tanto Lisa como Ryan tienen empleos honrados, pero profesan que su pastor no les ayuda a verse como real sacerdocio en su día a día. Al tratar el tema del trabajo, su pastor se centra en médicos, ingenieros o granjeros, y deja a un lado perfiles de trabajadores como los suyos. Unos domingos atrás, vieron un vídeo que les invitaba a servir al Señor en la guardería de la iglesia, haciendo visitas a hospitales o celebrando estudios bíblicos en sus casas.
El vídeo no agradó demasiado ni a Lisa ni a Ryan, porque ambos viven en pequeños apartamentos, no tienen hijos y tampoco tienen experiencia en hospitales. Lo que ellos quieren es poner en práctica su fe en horario laboral, no en actividades de voluntariado después del trabajo. Y aun sabiendo que deben trabajar honestamente y estar preparados para dar razón de su fe, están convencidos de que debe haber una razón basada en la fe que explica por qué y para qué desempeñan ese puesto. Lisa podría considerarse la cara visible del supermercado donde trabaja. Necesita acercarse a cada cliente teniendo en cuenta su condición humana, por lo que quizás esté deprimido o angustiado. Ryan necesita darse cuenta de que el conductor que transporta alimentos resulta imprescindible para el buen funcionamiento de la cadena alimenticia, tanto como lo es el granjero que la cultiva o quien la prepara en casa. El mismo mensaje se puede aplicar a otras personas que tengan situaciones parecidas.
En el trabajo emergen de continuo retos y dilemas morales. Los pastores deben dejar clara la importancia de la integridad dentro del trabajo, pero este tipo de principios se entienden mucho mejor en la práctica diaria. Ese es el caso de Kyle, un joven asesor financiero que le fascina su papel de asistir a otros en sus decisiones. Tiene unos nuevos clientes: una pareja sin hijos con bastante poder adquisitivo. En su segunda consulta, Kyle descubre que la pareja deseaba donar la mayoría de sus bienes a Planned Parenthood, una institución líder en promover el aborto.
Kyle, un cristiano convencido y defensor de la vida, se sintió aturdido. Se preguntó a sí mismo: “¿Cómo puedo contribuir al enriquecimiento de un cliente cuyo objetivo es destinar esos fondos a una causa que considero inmoral y mantener mi conciencia limpia?”. No obstante, las reglas de su profesión le impiden negarse a asistir a un cliente en su petición. ¿Debería, entonces, despedirse de ese cliente? ¿Eso serviría de ayuda? Después de pedir consejo a dos pastores, Kyle les preguntó a sus clientes porqué querían cooperar con Planned Parenthood. Kyle indagó hasta encontrar otros valores de sus clientes que le permitieran destinar esos fondos a otros aspectos de la entidad (como educación, derechos de la mujer o trata sexual) sin violentar sus valores y sin comprometer su código de ética profesional.
Con esta ilustración se pueden inferir cuestiones que llegarán más de lleno a los oyentes que una lista de principios, porque la ilustración presenta: (1) que los trabajadores se enfrentan a dilemas que parecen imposibles de resolver; (2) que pueden y deben consultar a consejeros, en especial a ancianos de su congregación; y (3) que esos consejeros pueden guiarles para actuar con integridad.
En los últimos años, los puestos más comunes de Estados Unidos incluían dependientes de pequeños comercios, pinches de cocina, cajeros y conductores. Este perfil de trabajador suele dudar de la importancia o valor de su tarea. Pero, en realidad, todos tenemos dudas: los profesores dudan si sus alumnos les escuchan y los médicos dudan si sus pacientes toman los medicamentos que les prescriben. Entonces, ¿cómo puede un pastor hacerle ver a su congregación que su trabajo tiene un propósito? ¡A través de las ilustraciones!
Es fácil crear ilustraciones basándose en los trabajos de los creyentes, especialmente de los líderes de la iglesia. Lo único que hay que hacer es preguntar de forma constante a los hermanos cómo les va en el trabajo. Escuchar es la clave: el pastor debe estar atento para tomar anécdotas y experiencias laborales que otros le cuenten.
Pongamos el caso de un joven que trabaja en un restaurante de comida rápida. Desilusionado, se pregunta: “¿Sabrán los clientes cuánta sal y cuántas calorías hay en esta comida? ¿No sería mejor si este sitio cerrara?”. Pastor: ese es el momento en el que puedes contar aquella ocasión en la que venías conduciendo entrada la noche después de un día agotador. Estabas orando: “Señor, ayúdame a encontrar algún lugar donde comer para continuar con el trayecto”. Fue entonces cuando vislumbraste aquella señal luminosa y –fue entonces– cuando aquel restaurante (con el joven trabajador) respondieron a la oración: “Padre, danos hoy el pan de cada día”.
El trabajo es el principal lugar desde el que podemos amar a nuestro prójimo. En nuestros puestos se concentran recursos, formación y tiempo. Y, en nuestro papel como pastores, ayudamos a que los creyentes puedan ver y vivir esa realidad cuando hacemos uso de historias reales que vinculen los principios con su realidad.
Dan Doriani tiene un máster en Divinidad y un doctorado por el Seminario Teológico de Dallas; máster en Sagrada Teología por Yale Divinity School. Es vicepresidente de proyectos académicos estratégicos y profesor de teología y ética en el seminario teológico Covenant de Saint Louis (Missouri) y es miembro del consejo de The Gospel Coalition. Es autor de numerosos libros, entre los que se incluyen The New Man [El nuevo hombre]. Dan y su esposa, Debbie, tienen tres hijos.
© 2020 iglesiaeneltrabajo.org. Usado con permiso.
Permiso: Permitimos y animamos a reproducir y distribuir este material ya sea de forma completa o parcial tanto como se desee, siempre y cuando no sea cobrando o solicitando donativo alguno por ello, más que el coste de reproducción. Para uso en internet, por favor, usar únicamente a través del link de esta página. Cualquier excepción a lo anterior debe ser consultada y aprobada por porfineslunes.org. Contacto:info@porfineslunes.org. Por favor, incluir el siguiente enunciado en cualquier copia a distribuir: © 2016 porfineslunes.org. “Iglesia en el trabajo” es una iniciativa de los Grupos Bíblicos de Graduados de España (GBG). Grupos Bíblicos Unidos. Website: gbunidos.es