VISITA A LOS MIEMBROS DE TU IGLESIA EN SU LUGAR DE TRABAJO

¿Por qué no visitar una vez a la semana o, al menos una vez al mes, a alguno de los trabajadores de tu iglesia en su lugar de trabajo? Ya sea este una oficina, una fábrica, un colegio, un restaurante, un supermercado o un hospital, todos ofrecen oportunidades únicas para afirmar que el lugar de trabajo es un lugar propicio para desarrollar la misión.

 

De hecho, esta era una práctica habitual en Jesús. Él no solo se reunía con sus discípulos en el templo, sino que a lo largo de los evangelios lo vemos caminando por las calles de las ciudades, por los montes que las rodeaban, haciendo visitas a las casas y asistiendo a cenas, como las organizadas por Mateo. Pero también lo vemos, tanto al inicio de su ministerio público como después de resucitar, visitando a Pedro, Andrés, Santiago y Juan en donde desarrollaban su trabajo como pescadores.

 

Si pensamos en las reuniones con el pastor o con el liderazgo de la iglesia, estas suelen caracterizarse por:

 

  1. Hacerse en el local de la iglesia, en casas o en un “terreno neutral”, como por ejemplo, una cafetería. Pero, suele ser menos común reunirse en donde muchos de los miembros pasan la mayor parte de su tiempo, en el trabajo.
  2. Abordar temas de “crisis” ya sean personales, familiares o eclesiales.
  3. Si no es por motivo de “crisis” es por algún proyecto en el que estamos inmersos como iglesia.

 

Sin duda, todo esto está bien, pero si nos limitamos a esto, nos estamos perdiendo muchas otras cosas, como por ejemplo:

 

  1. La oportunidad de ver y estar donde buena parte de la iglesia se está desarrollando como discípulos y misioneros.
  2. Escuchar y celebrar lo que Dios ya está haciendo en esos lugares, en y a través de las vidas de los miembros de nuestras congregaciones.
  3. Entender mejor lo que los miembros de nuestras iglesias enfrentan en su día a día: pasiones, desafíos, tentaciones, etc.
  4. Empatizar con las luchas que enfrentan, y afirmarles en que todo lo que hacen lo deben hacer como para el Señor.
  5. La posibilidad de que la predicación y la enseñanza sean más relevantes y, que el cuidado pastoral conecte más con la realidad que viven en el día a día.

 

Para el liderazgo de la iglesia esto puede convertirse en parte esencial de su formación continua y si se hace de forma realista, no tiene por qué trastocar su agenda, sino al contrario, se puede integrar de forma natural en la misma.

 

Para los miembros de la congregación también tiene efectos muy positivos. Algunos de ellos son:

  1. Sentir que “mi pastor cuida de mí”.
  2. Ver que “mi pastor está interesado en lo que hago durante la semana”.
  3. Entender que “mi trabajo importa tanto a mi pastor como al Señor”.
  4. Que no exista una división entre lo que hacemos el domingo y lo que hacemos el resto de la semana.

 

Esta práctica tiene el potencial de transformar y revitalizar tanto al pastor como a los trabajadores y a toda la congregación.

 

El objetivo de estas visitas para el pastor no es tanto el ofrecer consejo o consuelo sino más bien escuchar y observar – preguntando sobre cómo es el día a día, qué experiencias se viven, qué desafíos y oportunidades se enfrentan – y ofreciendo principalmente ánimo, apoyo y oración.

 

La forma de organizarlas es muy sencilla. Básicamente consiste en proponerle al trabajador el deseo de visitarlo a su trabajo y saber si esto es posible. Clarificaremos que la intención no es entorpecer el día, sino hablar un rato en el lugar donde pasa la mayor parte de su tiempo a lo largo de la semana y conocer más a fondo qué es lo que hace. Esto se podría llevar a cabo de varias formas: desde ser su “sombra” durante un día o unas horas, hasta cosas más sencillas como tomar un café o comer juntos. No siempre es factible reunirse en el lugar donde se trabaja, pero de no poderse, al menos sí hacerlo en un lugar lo más cerca posible a este.

 

Una vez allí, algunas preguntas que se pueden formular son:

  1. Cuéntame qué es lo que sueles hacer en una semana típica.
  2. ¿Cómo llegaste a este tipo de trabajo o a esta compañía?
  3. ¿Qué te gusta más de tu trabajo y del sector en el que trabajas?
  4. ¿Qué desafíos estás enfrentando?
  5. ¿Hay alguna cosa concreta por la que podría orar o alguna forma de apoyarte en el trabajo que haces?
  6. ¿Podría orar brevemente antes de marchar? (hazlo únicamente si es un lugar apropiado y que el trabajador se encuentre cómodo).

 

Skye Jethani y Luke Bobo en su libro Discipleship with Monday in Mind dicen que: “las visitas regulares a los trabajos de los miembros de la iglesia, son consideradas de lejos la más destacada y más transformativa práctica pastoral”.

 

Si resulta que estás leyendo esto y eres el trabajador en lugar del pastor, toma la iniciativa e invitale a que te visite en tu trabajo. No se trata solo de ti, sino de buscar el bien para toda la iglesia.


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